Rompiendo todos los límites con la esposa de un conocido
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Hace algunos años conocí a Edgar y poco después a su rica esposa Estela, pero nunca tuvimos una amistad como tal, simplemente es un conocido mío. Por cosas del destino coincidí con Estela en un seminario de coaching y conforme pasaron las sesiones fuimos teniendo las situaciones más cachondas de mi vida. Para la tercera sesión, salimos del seminario directamente a encerrarnos en un motel para coger como dos locos desesperados. Pero gracias al curso, ni ella ni yo pusimos ningún límite a la hora de experimentar y conseguimos cosas que ninguno había podido hacer con nuestras respectivas parejas.
En uno de los ejercicios que nos pusieron en el seminario, debimos quitarnos la ropa y demostrar la confianza en el grupo. Nos tocó a Estela y a mí permanecer abrazados sintiendo nuestros cuerpos pegados. Uno no es de palo y mi verga reacciono al sentirla junto a mí, claramente ella se dio cuenta y lejos de molestarse o apenarse, le pareció algo normal. Esa ocasión nos hablaron sobre que los límites los ponemos nosotros mismos en la mente y que tenemos que derribarlos para poder desbloquear nuestro potencial. Esa misma noche al salir del seminario, nos quedamos platicando sobre que nos teníamos más confianza entre nosotros por ya conocernos de antes. Que, si debíamos quitar nuestros límites, preferiríamos que fuera entre nosotros. No sé cómo, pero terminamos hablando de irnos a un motel y seguir platicando para conocernos más.
Estela y yo hablamos sobre sus fantasías y las mías, acordamos llevarlas a cabo juntos y mantener todo en secreto. La única condición seria que ninguno pondría límites y ninguno se negaría, por lo que podíamos pedir lo que fuera. La primera que hicimos fue la más suave que ella tenía. Simplemente quería saber lo que era tener un orgasmo recibiendo sexo oral, pues a su esposo Edgar no le gustaba mucho chuparle la panocha y nunca había sentido una buena mamada. Comenzamos con un 69 que duró solo unos minutos, pero después le dije que se montara en mi cara y que solo se dejara llevar por lo que sentía. No tardó mucho en comenzar a moverse ella misma haciendo que su panocha se abriera y se restregara por toda mi cara.
Pude sentir como su panocha se iba mojando cada vez más sintiendo mi boca y mi lengua. Por algunos momentos podía alcanzar a chuparle su ano y ella soltaba gemidos casi como si me la estuviera cogiendo. Estela ya excitada comenzó a decir que era delicioso y que nunca había estado tan cachonda y eso que todavía no le metía la verga. Yo me estaba masturbando con una mano y con otra trataba de acomodar el cuerpo de Estela para poder chupar más profundo. Entonces sin previo aviso, estela se convulsionó y trato de quitarse, pero no la deje, y entre un gran gemido dejó salir un chorro de líquido que literalmente empapó mi cara.
Ella estaba apenada porque decía que se había orinado, pero le expliqué que no había sido eso, que había sido lo que le dicen un squirt. Estela dijo que estaba muy cachonda pero no sintió que le fuera a llegar el orgasmo hasta que llegó. Le dije que estaba bien, que ese era el trato que hicimos, que no tenía por qué apenarse porque si no, a mí me daría pena lo que hiciéramos después. Los dos reiteramos que debíamos romper nuestros límites y dejarnos llevar sin ninguna restricción. Todo se valía y los dos deberíamos estar dispuestos a experimentar, complacer y disfrutar los deseos del otro. Parte del trato fue hablar con toda libertad, sin prejuicios por el vocabulario que usáramos por muy vulgar que fuera y ella estuvo de acuerdo.
Lo siguiente fue cumplir una de mis fantasías, aunque ya más o menos me la habían cumplido anteriormente no se lo dije y quise probar qué tan dispuesta estaba, pero con algo no tan loco. Le dije que quería ver a una mujer tragarse mis mecos, pero no solo el de una venida, quería que se comiera al menos lo de unas tres cargas. Ella dijo que nunca le había gustado el sabor del semen y que su esposo varias veces le pidió que los recibiera en la boca y se los tragara y nunca aceptó. Pero conmigo estaba dispuesta a hacerlo, estaba dispuesta a romper ese límite que tenía y experimentar cumpliendo mi fantasía.
Entre la plática, Estela comenzó a chuparme la verga, yo miraba alrededor para encontrar algo donde vaciar mis mecos y juntar un par de venidas para después verla comerlos. La cosa era verla hacer algo no tan simple como solo recibirlos en su boca y después tragarlos, pero no había donde echarlos. Fue tan espontánea esa primera vez que llegamos directo al motel sin parar a comprar ni condones, menos se me hubiera ocurrido comprar un plato o algo así. Lo único que se me ocurrió fue echarlos en un cenicero que estaba pegado la plancha que ponen junto a la cama para hacerla de buro. Cuando estaba por venirme por primera vez, le avisé a Estela, se quitó y corrí a pararme al lado del cenicero hasta que me vine sin dejar escapar nada de mis mecos.
Pero como le dije que tenían que ser al menos tres venidas, le dije que todavía no hiciera nada, descanse un poco mientras seguimos platicando y cuando estuve listo me la cogí por primera vez. Estela es muy muy guapa, mucho más que mi esposa y es casi 10 años menor que yo. En esa fecha yo tenía 42, ahora mismo ya cumplí 44. Penetrarla, disfrutar de su cuerpo desnudo, saborear sus besos y verla excitada, ya eran para mí como una fantasía, pero además, Estela estaba dispuesta a romper todos sus límites conmigo. No era como cuando me voy a coger a una puta, Estela es… o más bien, era una mujer decente, alguien que lo estaba haciendo por disfrutar y explorar hasta dónde podía llegar. No había ningún otro interés, ni siquiera afecto, solo era el tener a alguien con quien compartir el placer y lujuria que teníamos contenida.
Cogimos en un par de posiciones diferentes hasta que sentí que me venía por segunda vez y avisé a Estela que se quitara para correr a echar la segunda carga en el cenicero. Mientras los echaba podía ver mi primer carga más espesa y blanca, pero esa segunda fue más abundante. Cuando sacaba las últimas gotas y Estela miraba le pregunté si podría tragarse todo eso y un poco más. Ella con uno de sus dedos revolvió un poco mi semen en el cenicero y me dijo que no era si podía o no, lo tenía que hacer y lo haría. Realmente fue excitante escuchar a una mujer dispuesta a hacer algo de ese tipo por mí, aunque según ella ni con su marido se animó a probarlos.
Ya me sentía mucho más en confianza con Estela, había un trato y eso ayudaba a hablar con libertad, así que le dije que me limpiara la verga con la lengua y ella sin parpadear lo hizo. Tenía la verga aun algo flácida, pero le dije que la limpiara muy bien para que fuera probando lo que se iba a tragar. Estela me la chupaba con ganas, se la metía por completo a la boca aprovechando que no se me paraba y le dije que no sabía cómo le iba a hacer, pero que debía ponérmela dura de nuevo para volver a metérsela. Cuando le dije eso, ella abrió su boca lo más que pudo y con sus manos empujo mis huevos dentro de su boca. Tenía mi verga medio aguada y mis huevos llenando su boca y eso me excito de volada. Cuando mi verga se hincho, ella ya no pudo tenerla más en su boca y la soltó jalando aire profundamente para respirar de inmediato.
Pero ya estaba recuperado y no le di tiempo a nada, nuevamente le metí mi verga en la boca y se la empecé a empujar como si me la cogiera. Francamente pensé que me diría que fuera menos rudo o que se la metiera despacio, pero Estela agarraba mis nalgas con las dos manos y las jalaba hacia ella. Comencé un mete y saca por su boca mirando sus ojos llorosos, pero ni así dejaba de jalarme contra ella como si quisiera que la ahogara aún más. Yo nunca había sido tan rudo con una chica, pero con Estela perdí el control al grado de que ella se quedó sentada en el piso con la cabeza hacia atrás recargada en la orilla de la cama y yo me monté sobre su cara. Solo sacaba mi verga de su boca cuando me daba una nalgada como avisándome que necesitaba respirar, la dejaba hacerlo una o dos veces y de nuevo se la metía en la boca.
Lejos de ser algo planeado o a menos hablado como las otras fantasías, esa brutal mamada que me estaba dando Estela, fue resultado de lo caliente que estábamos y de las ganas que los dos teníamos de probar de todo. Estuve a punto de venirme en su boca, pero cuando sentí, nuevamente corrí a vaciar mis mecos en el cenicero para juntar las tres venidas. Esta vez Estela se quedó en el piso atrás de mi y mientras me venía, sentí que ella metía su cara entre mis nalgas buscando lengüetear mi culo. Yo sacaba mis últimas gotas y le dije que todo eso se iba a tragar y que no debía desperdiciar nada. Estela seguía chupando mi culo y con una de sus manos que pasaba entre mis piernas, frotaba suavemente mis huevos. Hizo que me girara y me pregunto si me limpiaba de nuevo la verga al mismo tiempo que se la metía a la boca.
Ver su linda cara mientras me la chupaba arrodillada en el piso me volvió a poner la verga dura y lista para darle otra cogida. Ni siquiera ahora puedo recordar cuándo fue la última vez que pude venirme y seguir cogiendo antes de esa noche. Estela era como un afrodisiaco, como un viagra que me mantenía la verga dura y aunque era la primer cogida con ella, sentía que podía ser yo mismo y hablar, pedir o hacer lo que fuera con ella.
Mientras Estela estaba de rodillas chupando mi verga nuevamente, yo se la sacaba de la boca para embarrarla por toda su linda cara mientras le decía que quería llenarla de verga. Incluso le dije que quería que se fuera a su casa apestando a sexo, apestando a culo, a verga, para que su marido se diera cuenta y ella a todo me decía que si y que también lo quería. Lo más cercano que puedo pensar a como nos sentíamos, es estar muy borracho o drogado y decir lo que piensas sin importarte ofender a alguien. Mi verga nuevamente estaba dura como piedra, pero aunque quería cogérmela de nuevo, la deje que me la mamara, esta vez dejando que fuera a su propio gusto, que fue casi igual de intenso que unos momentos antes.
Ya la estaba preparando para ponerla a comerse mis mecos del cenicero, así que la subí a la cama con su cabeza cerca de la plancha donde estaba pegado el cenicero. Yo me quedé de pie sin dejar de darle mi verga a mamar con ella recostada entre boca arriba y de lado. Para ponerla lo suficientemente caliente, mientras me la chupaba le abrí las piernas y le metí algunos dedos. Su panocha estaba completamente mojada, mis dedos se resbalaban con facilidad y entre sus chupadas le fui clavando mas profundo mis dedos. Después de ser solo dos y hasta tres dedos, comencé a empujarle cuatro, pero le entraban hasta la mitad de mi palma.
Sin dejar de mamarme la verga, Estela se fue abriendo cada vez mas de piernas hasta que no podía abrirlas más. La vista era hermosa y super excitante, ella completamente abierta de piernas con mi mano entrando casi por completo en ella y su linda cara pegada a mi verga. Estaba tan excitado y ella también, que dejé para después el ponerla a comerse mis mecos y le seguí metiendo mi mano.
Intente meterle el dedo gordo que era el único que faltaba para que en verdad toda mi mano le entrara, pero ella se quejó un poco y le pregunte si le dolía. Apenas y saco mi verga de su boca para decirme que un poco pero que lo hiciera despacio. Así que seguí empujando mi mano con mis dedos lo más juntos posible para hacer mi mano mas delgada. Sus propios líquidos de la panocha me sirvieron de lubricante y en uno de esos empujones se le fue completa. Estela solo gimió un poco, pero ni dejo de mamármela, ni cerro las piernas y no hizo ningún intento de que la sacara.
Los movimientos de mi mano dentro de ella al principio eran suaves, pues no quería lastimarla. Pero poco a poco ella se notaba mas y mas excitada. Movía su cadera y se retorcía cuando yo movía más rápido mi mano haciendo como si fuera una verga entrando en ella. Fue levantando sus piernas como contrayendo las rodillas hacia ella, pero sin cerrar sus muslos. Llego un momento que empujaba mi mano lo mas fuerte posible dentro de ella y hacia el movimiento a fuera y adentro tan rápido como podía.
Estela dejo de mamar mi verga, pero sin dejar de sujetarla con una mano mientras al mismo tiempo cerraba sus ojos. En algún momento me grito que ya parara, que me detuviera, pero sin hacer el más mínimo intento de detenerme, ni siquiera cerro sus piernas o metió sus manos. Como yo no me detenía, ella me gritaba que se la metiera, que ya quería que se la metiera de nuevo. Yo tarde un poco mas y cuando vi que estaba por venirse, saque mi mano de golpe de su panocha y claramente pude ver como su hoyo se quedaba abierto y como le palpitaba por dentro. Ella apenas sintió que saque mi mano, cerro sus piernas y se giro boca abajo en medio de gemidos como si aun siguiera metiéndosela.
Ella estaba teniendo un orgasmo y con voz ahogada, como si le faltara el aire, me dijo que de nuevo la había hecho orinarse. Ya no le volví a explicar que no eran orines, preferí ponerme sobre ella mientras aun estaba bocabajo y le clave de nuevo la verga. Era lógico que mi verga ya no alcanzo a llenar su panocha que estaba recién estirada por la metida de mano que le hice. Pero, aun así, se sentía riquísimo meterle mi verga y sentir que se le iba completa. No exagero cuando les digo que sentía como si mis huevos también le pudieran entrar.
Aunque primero ella estaba acostada bocabajo y yo completamente arriba de ella, la puse de perrito jalando su rica cadera. Entre empujones de verga le dije que se tragara mis mecos que eché en el cenicero. Sin sacarle la verga la lleve a la orilla de la cama que pegaba con la plancha y Estela se empino para meter la lengua al cenicero. Con una de mis manos jale su pelo para que me dejara ver y al mismo tiempo gire un poco su cara para que se los comiera un poco de lado.
Yo le empujaba mi verga lento, para que su cara no chocara con el cenicero, pero hasta el fondo, hasta que topaban mis huevos con su panocha. Estela con excitación visible en la cara, sacaba su lengua y la metía al cenicero lleno de mis mecos. Al principio la movió lentamente, como solo probando, pero yo le decía que tenia que comerse todos. Poco a poco, paso de solo mover su lengua dentro del cenicero a sorber un poco y tragarse lo que alcanzo a recoger.
Como la tenia del cabello empujé un poco su cara hacia el cenicero para obligarla a comer más, al mismo tiempo que seguí metiendo y sacando mi verga lentamente de su panocha. Estela volvió a sorber, pero esta vez fue mas largo por lo que se llevo a la boca mas de mis mecos. Pude ver como se los tragaba y le pregunté que si le gustaban. Me respondió:
-Están fríos, pero si… me gustan, me encanta tu semen. Es el único semen que me he tragado.
Le ordene que se lo tragara todo, que tenia que dejar bien limpio el cenicero y Estela lo hizo. Incluso al final, cuando ya no se veían mas mecos, recorrió todo el cenicero con su lengua como limpiándolo. Cuando termino, la jale hacia el medio de la cama y deje las metidas suaves para volver a cogérmela duro. Podía ver sus deliciosas nalgas abiertas por mis manos y su ano rosadito con el hoyo ligeramente abierto como pidiendo mi verga.
Escupí sobre su ano y saqué mi verga de su panocha para metérsela en el culo. Estela me dijo que no, que tenia mucho que no lo hacía por ahí y que le iba a doler. Yo sin dejar de empujar la punta de mi verga en su ano le recordé que debíamos romper nuestros limites, que confiara en mi y que seria muy suave.
Empuje varias veces, pero ella se apretaba y no le entraba, pero yo quería comerme a esa rica hembra por todos lados. Para volver a ponerla cachonda se la volví a meter en la panocha un poco y cuando vi que de nuevo estaba cachonda, volví a poner mi verga en su ano. Esta vez ni tiempo le di a reaccionar y apretarse, le empuje con fuerza mi verga y se le fue casi hasta el fondo. Inmediatamente Estela se tiro a la cama y yo me fui sobre ella para evitar que se le saliera mi verga.
Ella dijo algunas veces que no, que le dolía y le dije que no se moviera, que ya la tenia adentro. No me moví para darle chance a relajarse un poco y mientras la comencé a besar en el cuello. Poco a poco sentí como ella misma movía suavemente su culo, como empujando hacia mi ligeramente. Unos momentos después, ella se empujaba con un poco de mas fuerza y yo comencé a metérsela y sacársela suavemente. Yo creo que como 5 minutos después, ya le estaba empujando mi verga como si me la cogiera por la panocha. Estela ya no se quejaba, al contrario, se movía tratando de llevar mi ritmo.
Después de disfrutar un buen rato del culo de Estela ya no pude más y me vine de nuevo, pero ahora dentro de su ano. No me quite de encima de ella, deje mi verga dentro de su culo hasta que se puso completamente aguada y se salió sola. Mientras tanto, yo le decía que nunca había cogido así con nadie y me respondió que ella tampoco. Me dijo que nunca se había excitado tanto, que nunca pensó que pudiera hacer todo lo que hicimos. Le recordé que estábamos ahí, juntos, justamente para superar todos nuestros limites y que si así había sido la primera vez, que se imaginara todo lo que podíamos lograr juntos.
Creo que salimos del motel ya casi a las 2 de la mañana, pero como en los seminarios siempre ponen actividades y nuestras familias lo saben, ninguno de los dos tuvimos problemas con nuestras parejas. Los siguientes días que aun tuvimos seminario, volvimos a irnos a coger saliendo de ahí. Pero los dos estábamos bien enganchados el uno con el otro y acordamos seguir viéndonos.
Comenzamos a vernos una vez a la semana, pero cada vez nos sentíamos mejor juntos y aumentamos a vernos dos veces a la semana. Cada vez fuimos rompiendo mas limites en todos los sentidos. Estela se abrió mas a contarme sus fantasías más escondidas y las fuimos haciendo realidad una a una. De igual forma, ella me pregunta las mías y de ella nace que las hagamos, incluso si lleva riesgo de que se enteren nuestras parejas. Pasaron meses donde los dos respetábamos nuestros días para vernos sin importar nada, teníamos que estar juntos.
Para el segundo nivel de los seminarios, ya no escondimos a los compañeros que teníamos una relación Estela y yo. Ellos nos apoyaron aun sabiendo que cada uno tenia su pareja, incluso nos pusieron de ejemplo de que las personas que estamos en ese grupo, nos relacionamos mejor. Que nos entendemos y comprendemos a un nivel que nuestras propias familias no pueden hacerlo. Por eso mismo, existe el pacto de que nada de lo que pasa ahí, se puede contar a nadie.
Casi al final del segundo nivel del seminario, nos animaron a mostrar la confianza que ya habíamos alcanzado con nuestro grupo y nos animaron a coger frente a todos. No voy a negar que fue raro, pero lo hicimos, Estela y yo cogimos frente a los otros 17 hermanos del grupo. Fue algo sueve, una cogida normal, pero desnudos frente a todos. Fue una experiencia increíble, excitante y que nos hizo vivir a Estela y a mí, sensaciones diferentes que no habíamos imaginado. Aunque después hemos hecho otras cosas con personas de por medio, esa primera experiencia fue especial.
Actualmente Estela y yo tenemos dos años de compañeros de toda clase de aventuras sexuales. Aunque tratamos de no involucrar demasiado los sentimientos, si que hemos creado un lazo de afecto muy fuerte. Nos dimos cuenta al involucrar a otras personas en nuestra actividad sexual. Algunas veces durante tríos con otras chicas, Estela no ha podido evitar sentirse celosa por momentos. Aunque era una fantasía que ella también tenía, dependiendo de la chica, Estela puede o no sentir un poco de celos.
Por mi parte la he visto con otros hombres y no es exactamente celos lo que siento. Pero cuando se deja llevar demasiado, me entra un sentimiento de que me ignora, aunque realmente no sea así. A decir verdad, prefiero disfrutarla yo solo, llevarla a romper sus limites de moral, de creencias, de higiene y de lo que sea. Me encanta verla siempre dispuesta a experimentar y al finar escuchar que le gusto mucho.
Por último, cada uno en su casa con su familia, lleva su vida normal, soportando lo que allá que soportar, pero a veces con las ganas de dejar todo para intentar algo juntos. Solo que siempre esta el temor que las cosas cambien y preferimos al final seguir así.
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